Un diálogo científico en quinto grado

Las bacterias son los organismos más abundantes. Hay en el suelo, en el agua, en medios ácidos, bajo del mar, aún en el espacio exterior. Los cálculos dicen que hay cuarenta millones (!) de células bacterianas en un gramo de tierra.
También las hay en nuestro propio cuerpo, la mayoría con domicilio en el aparato digestivo y en la piel (no se preocupen, nuestro sistema inmune hace que muchas de ellas resulten inofensivas).
Algunas bacterias (patógenas) son el vehículo de infecciones bacterianas; para contrarrestar su efecto nocivo usamos los antibióticos. Hay otras bacterias que resultan muy útiles para algunos procesos industriales, como el tratamiento de aguas residuales, y en la industria alimentaria para la producción de quesos, yogures, mantecas, vinagres…
 ¿Cuándo aprendieron todo esto?
 Cuando nos visitaron, Irene y Diego, que son bioquímicos, los papás de Catalina.
 Guau…
 Y no solo aprendimos eso, también tomamos muestras e hicimos un conteo bacteriano en una placa de Petri.
 ¿Cómo es?
 Es genial: se prepara un caldo de cultivo en unas cajitas redondas fabricadas especialmente para eso (las placas de Petri). Las dejamos dos días. Después vimos que cada célula se había reproducido y formado "colonias de células" con formas de lo más raras... 






 ¡Gracias a los papás de Catalina y Mateo!

Preparados, listos… ¡a leer!

Al disfrutar por primera vez de una obra de ficción nos transformamos; después, nada es igual. Toda nuestra vida se impregna de elementos literarios. No sólo de nuevos paisajes, personajes y emociones, también de la capacidad de fabular. La lectura mejora el discurso general de nuestra vida y hasta nuestros sueños ganan en calidad literaria.
¿Por qué nos gusta leer?
Nos gusta leer porque somos seres narrativos. Nuestra identidad es el resultado de un relato ininterrumpido del que somos autores.
Desde que empezamos a hablar, estamos comunicándonos con los demás. Ya sea buscando las palabras que nos permitan acercarnos al otro o quedándonos en silencio para escuchar lo que nos interesa.  Llegamos a la escuela con esa experiencia y así empezamos el proceso de lectura y escritura.
Leer  es comprender lo leído, adueñarse del mensaje escrito para saborearlo con agrado. Es difícil imaginar nuestra identidad sin ese fluir discursivo.
Narradores y protagonistas, los chicos de Tercero A avanzan con su Plan de Lectura. ¿Qué mejor que empezar bien preparados?
Entusiasmados, se fabricaron sus señaladores personalizados para la aventura de leer. 

Pollitos, a la vanguardia.


Artistas frente al mundo. Nuestros Pollitos.
Los Pollitos liberaron el color y la fuerza de las formas geométricas. Inspirados en Improvisación 19, la obra de Vasili Kandinski  de 1911[1], los más chiquitos del Jardín tomaron la vereda y dejaron sus huellas.

¿Qué es esto? Se preguntan los chicos al pasar. Eso es arte.

“El pintor pinta no lo que ve, sino lo que siente,
lo que se dice a sí mismo sobre lo que ha visto” (Pablo Picasso)

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Para Vasili, el arte pertenece a la vida espiritual y es uno de sus más poderosos agentes.
La pintura no debe depender de las formas exteriores. La obra de arte es el resultado de una asociación obligatoria de elementos formales — tomados de la realidad exterior—  y de elementos espirituales: las resonancias íntimas.
A los que miran, los colores les pueden evocar un efecto puramente físico (el ojo, encantado por la belleza de los colores) y otro efecto, más profundo, que causa una vibración del alma o una "resonancia interior”: el color toca el alma misma.
Pintar lo que se siente. Se siente bien,  ¿verdad?


[1] En  1911 Vasili Kandinski fundó en Münich, junto con  otros artistas, el movimiento expresionista Der Blaue Reiter (El Jinete Azul).